jueves, 21 de noviembre de 2013

Jackie Kennedy, la chica de moda de La Casa Blanca


Lo reconozco. Adoro el estilo ‘Jackie’.

Cuentan los responsables de marketing de algunas marcas que cuando Paula Echevarría o Sara Carbonero lucen algunas de sus prendas, éstas se agotan en cuestión de horas. Son ‘it girls’. En los 60 también hubo una ‘It girl’. No era actriz ni periodista (aunque escribió algunos artículos en el ‘Washington Times-Herald’ y también se atrevió con la fotografía). Era la primera dama de Estados Unidos. Esta semana, Jackie Kennedy vuelve a la actualidad, ya que el viernes (22 de noviembre) se cumplen 50 años del asesinato de su marido John Fitzgerald Kennedy.


Leo en ‘Divas rebeldes’ (libro de Cristina Morató que me ha dado muchas pistas para este post y al que ya me he referido en este blog) que la  llegada de Jackie Kennedy a La Casa Blanca desató la ‘jackiemania’: “En algunas tiendas se podían ver maniquíes con rasgos idénticos a los suyos y las peluquerías anunciaban a sus clientes el corte ‘Jackie’. Las vitrinas de las tiendas mostraban sus vestidos sin mangas de cuello geométrico, ajustados al cuerpo... Se fabricaron figuras de porcelana, adornos de Navidad y hasta juegos de mesa inspirados en ella”. 

Incluso hoy en día todavía se puede comprar, a través de Amazon, muñecos recortables con su propio guardarropa. Su influencia en aquel momento era tal que parece ser que hasta la muñeca Barbie imitó el estilo de la esposa del Presidente. La primera dama se había convertido en un icono de moda.



Un nuevo Versalles en Estados Unidos

Jackie Kennedy fue una americana afrancesada. Confió su estilo a Oleg Cassini, un parisino afincado en Nueva York.  “Vísteme como si John fuese el presidente de Francia”, le dijo en uno de sus primeros encuentros .Y  éste, sin duda, fue el inicio del ‘estilo Jackie’.   

Si Cassini fue su modisto de cabecera, Marita O’connor fue su personal shopper  y un por aquel entonces desconocido Roy Halson Frowick, el encargado de diseñar el sombrero pillbox (recibe este nombre por su forma de pastillero) que la primera dama llevó en 1961 en el acto de juramento de Kennedy en el Capitolio.




Hoy, gracias a unas cartas dirigidas a Marita O’connor, que se subastarán el viernes (22 de noviembre), sabemos que en su tarea de encontrar los mejores complementos para los outfits de la primera dama no estaba sola. Jackie Kennedy era exigente y caprichosa. Le enviaba recortes de revistas y bocetos con lo que quería y con lo que Cassini estaba diseñando para ella. Incluso en una de estas misivas, preguntaba por Diana Vreeland, que en aquel momento trabajaba en la revista ‘Harper’s Bazaar’. En palabras del periódico ‘Boston Globe’ es como si ahora Michelle Obama preguntara por Anna Wintour.



Pero la primera dama también adoraba a Chanel, Dior y Givenchy, entre otros. Éste ultimo diseñó varios modelos para ella, como ‘su abrigo rojo de la suerte’ y el vestido de noche que llevó en la cena de gala que el presidente francés ofreció en el Palacio de Versalles. 

Foto: Trendipia.com
Jackie, muy a su pesar, era el espejo de muchas mujeres. Fue admirada por muchos y vilipendiada por otros, sobre todo por la cantidad de dinero que gastaba en ropa, pero lo cierto es que popularizó los sombreros pillbox, pese a que no le gustaban; los collares de perlas falsas de Kenneth Jay Lane, y los guantes, que siempre llevaba para esconder las manchas que dejaban los cigarrillos en sus manos.



¿Un chanel falso?

El 22 de noviembre de 1963 el mundo se paró para Jackie Kennedy. Nunca hubiera imaginado que el modelo elegido para su visita oficial a Dallas acabaría convirtiéndose trágicamente en protagonista de la historia de Estados Unidos.



El día del asesinato de John F. Kennedy, la primera dama lucía un Chanel de color rosa (como curiosidad, en aquellos momentos la televisión todavía era en blanco y negro, así que no sería hasta 1964 cuando se descubriría el color del traje, gracias a la revista Life), con sombrero pillbox y guantes de color blanco. 

Durante mucho tiempo se creyó que se trataba de un Chanel verdadero, sin embargo, fue Karl Lagerfeld quien desveló que esto no era del todo cierto. Al parecer, Jackie Kennedy era gran fan de Coco Chanel (a pesar de que la diseñadora siempre pensó que Jackie Kennedy vestía mal), sin embargo, la compra de ropa a diseñadores franceses y no americanos podría haberla tachado de antipatriota (Esto nos suena, ¿verdad? Casi 50 años después, Michelle Obama fue criticada por llevar un vestido del británico Alexander McQueen en una visita del Presidente de China, Hu Jintao, a Estados Unidos).


Así que encontró la solución. Podía adquirir este tipo de prendas en el taller Chez Ninon en Nueva York. Las piezas, tal y como cuenta Justine Picardine en ‘Chanel-Her Life’, se elaboraban con materiales, telas y botones que enviaba directamente Chanel desde París. Hoy, ese traje rosa, que todavía conserva las manchas de sangre porque nunca fue limpiado, está bajo la custodia de los Archivos Nacionales en una pequeña ciudad de Maryland.

De Jackie Kennedy a Jackie O

Tras casarse con Aristóteles Onassis en 1968, Jackie Kennedy dio paso a Jackie O. Atrás quedaron los sombreros pillbox. Ahora, su estilo era más relajado: pantalones anchos, vestidos estampados y, como no, las famosas gafas oversize de Nina Ricci. Entre sus modistos preferidos de esta época, volvía a estar Valentino, quien en más de una ocasión ha confesado que le debe su carrera a la ex primera dama, y Carolina Herrera. El primero fue el encargado de diseñar el vestido para su boda con Aristóteles Onassis; la segunda la vestiría durante los últimos doce años de su vida.



Jackie Kennedy siguió teniendo influencia en el mundo de la moda. De hecho, Gucci no dudó en bautizar uno de sus bolsos como el bolso 'Jackie', tras haber visto a la ex primera dama con dicho modelo en varias ocasiones. 



Hoy, cincuenta años después, Jackie Kennedy todavía conserva la etiqueta de haber sido la primera dama mejor vestida. ¿La desbancará Michelle Obama?

Para finalizar: Si te interesa la relación entre la política y la moda no dejes de leer el libro “Política y moda. La imagen del poder” de Patrycia Centeno. También puedes visitar su blog 'politicaymoda.com'.

lunes, 4 de noviembre de 2013

10 claves para entender la moda de 'El tiempo entre costuras'

Lo reconozco. Soy fan de ‘El tiempo entre costuras’. Primero lo fui del libro. Ahora, de la serie.

Verano de 2010. Recorrí Tetuán, Tánger, Lisboa y Madrid de la mano de Sira Quiroga. La historia de una humilde costurera que lo abandona todo por amor, me conquistó desde el primer momento. Pasé varios meses enganchada a aquella vida que discurría de forma paralela por la política y  la moda. Soñé con la elaboración de cada vestido, con sus telas, sus complementos y disfruté con descripciones como ésta: "Entré en el hotel Palace un mediodía de mediados de septiembre con el andar seguro de alguien que hubiera pasado media vida taconeando por los halls de los mejores hoteles del planeta. Llevaba un tailleur de lana fría color sangre espesa... Complementaba el atuendo con unos zapatos de piel de cocodrilo y altura de andamio adquiridos en la mejor zapatería del  boulevard Pasteur. En las manos, un bolso a juego y un par de guantes de piel de becerro teñida en gris perla”.




Hoy, a punto de ver el tercer capítulo de esta serie, os cuento mis 10 claves para entender la moda de esta serie, que ya en su primer capítulo sentó frente al televisor a cinco millones de espectadores.

1. Un nombre propio: Bina Daigeler. Es la encargada de vestuario de esta serie que tardó siete meses en rodarse. Daigeler, nominada al Goya por ‘Volver’, ‘Todo sobre mi madre’ , ‘Inconscientes’ y ‘Princesas’, es una de las grandes del backstage de nuestro cine. Lo curioso es que Bina Daigeler y María Dueñas son amigas. De hecho, la primera le ayudó a la escritora en la fase de documentación de la novela.

2. Un desfile en cada capítulo. Para la serie, se han confeccionado más de 400 trajes a medida y se han alquilado aproximadamente unos 1.500 más en casas especializadas de Madrid, Londres y Roma. En un único capítulo, Sira llega a mostrar 34 looks.




3. La huella de la sastrería ‘Cornejo’. Muchos de los vestidos de la protagonista han salido de la sastrería ‘Cornejo’ de Madrid, que lleva más de 90 años dedicándose a la confección de prendas para producciones teatrales, cinematográficas y televisivas. Los lunes, en prime time, compite consigo misma, ya que también tiene en su currículum haber realizado parte del vestuario de la serie ‘Isabel’. La sastrería Cornejo cuenta, a través de su facebook, que el vestido que Sira lleva en la verbena en la que conoce a Ignacio (primer capítulo) tuvo que confeccionarse tres veces. Si visteis el estreno, recordaréis que la protagonista se tira una bebida por encima. Pues bien, fue necesario hacer hasta tres vestidos para los diferentes momentos: uno para cuando está limpio; otro para cuando se ensucia, y el tercero para el momento en que intenta limpiarlo.




4. La recreación del “Delphos” de Fortuny. En el tercer capítulo vimos cómo Sira decidía hacer un ‘falso Delphos’ para Rosalinda Fox.  Pero, ¿qué es un Delphos? Sin duda, uno de los trajes más famosos de todos los tiempos, obra del artista español Mariano Fortuny y Madrazo, que lo patentó en 1909. Es una especie de túnica de seda plisada, inspirada en el chitón jónico. Hoy en día todavía son un misterio el plisado, resultado de una técnica propia del diseñador, y la gama cromática, elaborada con tintes naturales de origen mineral y orgánico que el mismo fabricó. Parece ser que, tras su muerte, su viuda tiró a un río todas las muestras para que nadie pudiera copiarle.






5. La influencia marroquí. Reflejada en la incorporación de algunas joyas, turbantes y telas de algodón. Señala Bina Daigeler que esta influencia se verá mucho más clara cuando Sira regrese a Madrid.




6. De costurera a sofisticada modista. A lo largo de la serie, veremos cómo el vestuario de Sira va transformándose de forma paralela a su personaje. En España, en este tiempo, se imponían los cortes sobrios, sencillos, con escotes tímidos y cuellos redondos o en pico. Las únicas libertades se veían en los estampados. En los primeros capítulos, hemos visto a la protagonista con faldas lápiz, vestidos de lunares, de flores, con cuello babero...Era la Sira más inocente, que, poco a poco, irá dando paso a una Sira más glamurosa, elegante y sofisticada. Para esta etapa, la inspiración llega de las estrellas de Hollywood de la época: Marlene Dietrich, Greta Garbo y Rita Hayworth. También de las diseñadoras Chanel y Schiaparelli. Estoy segura de que en algún momento veremos a Sira con ese estilo tan 'masculino' de Marlene Dietrich.








7. Los labios, siempre rojos. 
El maquillaje de los años 20 da paso, en la década 1930-1940, a uno más natural. Se usaba el lápiz de cejas, la vaselina para los párpados, sombras, rímmel, colorete y labial rojo fuerte. La base de maquillaje fue lanzada al mercado en 1938 por Max Factor. Las uñas, desde que apareciera la primera laca de uñas de color en 1925, también eran preocupación de las mujeres de la época. Las cuidaban mucho. Por eso, no es extraño ver a Sira Quiroga en los primeros capítulos de la serie con una manicura perfecta.



8. La 'maldición' de las medias de cristal.
Leí hace poco una entrevista a Adriana Ugarte en la que contaba que durante el rodaje rompieron muchas medias de cristal. Las medias de cristal o de nylon causaron furor durante esta época. Fueron inventadas en 1935 por el químico Wallace Hume Carothers y no llegaron a Europa hasta los años 40. Este nuevo tejido aportaba mayor prestación, ya que era mucho más elástico y resistente. Antes de este descubrimiento, eran habituales las medias de seda, aunque resultó muy difícil conseguirlas, ya que tras la I Guerra Mundial se cortó el suministro de seda de Japón.


9. Los complementos, perfectamente cuidados.  Cada uno de los looks que luce Sira Quiroga están perfectamente estudiados. Sombreros, joyas, bolsos y guantes. Es la década de los sombreros diminutos o simplemente pañuelos en la cabeza. Respecto a los bolsos, eran frecuentes los bolsitos al codo. La fabricación de bolsos y carteras se valía de las tendencias en las artes plásticas y decorativas y de los avances de los materiales sintéticos. Durante toda la década de los 30, las asas se acortaron y los convertía en bolsos de mano. Pero si hay un bolso que marcó este tiempo fue la minaudière, creada por Charles Arpels. Era más que un bolso, era una joya. Consistía en un sobre pequeño rígido de plata con baño de oro e incrustaciones de piedras preciosas. ¿Veremos a Sira con una minaudière?





10. Las faldas nunca por encima de la rodilla. En 1930, las faldas se alargan, se marca el talle y se ensanchan los hombros. Se añaden ribetes de piel y se utiliza el cinturón.  Los zapatos pierden altura, gracias a un tacón más bajo y más cuadrado. Hacia 1940, se populariza el traje de chaqueta para calle o tailleur, siempre ajustado y con sombrero y guantes. Empiezan a aparecer trajes con pantalones, aunque todavía es extraño ver a mujeres con ellos. Por su parte, los trajes de noche dejaban hombros y espalda al descubierto.




Para finalizar: Respecto al estilo masculino, es la época del sombrero Trilby y los Zapatos Oxford.